sábado, 27 de junio de 2015

Reflexión de Hoy- Sábado 27-06-15 (Meditación: Mateo 8, 5-17).

Meditación: Mateo 8, 5-17. Autor: Fuente: la-palabra.org San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia San Mateo quería que sus lectores

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Meditación: Mateo 8, 5-17.

Autor:
Fuente: la-palabra.org

San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia

San Mateo quería que sus lectores supieran que en Jesús se cumplían las profecías contenidas en el Antiguo Testamento acerca del Mesías. Los milagros de Jesús son testimonios irrefutables de que él es en efecto el Mesías esperado. Cada vez que Jesús realizaba un prodigio, esa obra era una demostración de su poder. Haciendo milagros, Jesús revelaba que él venía a instaurar el Reino de Dios.

Cuando el Señor cura a un enfermo, hace presente el Reino de Dios, porque lleva consigo la liberación de la persona humana en su totalidad, cuerpo y alma. La curación del siervo del centurión fue un momento decisivo en la vida de éste, que hasta entonces era pagano, porque por su fe, él mismo pudo entrar en la nueva comunidad y crecer como figura ejemplar: una denuncia de aquellos que se resistían a creer y un anuncio de los muchos más que creerían. El caso particular de la sanación del criado paralítico adquiere la dimensión de un mensaje misionero de alcance universal.

Cristo sanó al siervo porque vio la fe del centurión: "¡Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído!" (Mateo 8, 13). Los milagros de Jesús tenían una doble finalidad: beneficiar a los sufrientes y despertar al mismo tiempo la fe de los espectadores. Jesús dijo que mucho le agradaba encontrar semejante fe en el centurión, una fe más grande que la que había encontrado en todo Israel.

San Mateo también incluye el relato de cuando Jesús curó a la suegra de Pedro, que estaba en cama con fiebre. La tocó y la fiebre desapareció. De inmediato ella se levantó y empezó a atender a Jesús y sus discípulos. El mismo día, al caer la noche, le trajeron a muchos enfermos. Jesús los sanó a todos, expulsando a los malos espíritus con una palabra y curando a los enfermos.

Los milagros de Jesús eran, pues, testimonios de que él era el Mesías prometido; una señal de que llegaba el Reino de Dios y con él la obra completa de la restauración de toda la creación al final de los tiempos, cuando Jesús reúna a todos los fieles en el cielo en perfecta salud y felicidad.

"Amado Jesús, yo creo que tú eres el Hijo de Dios, que viniste al mundo para salvarnos del pecado y curarnos de nuestras faltas y heridas físicas y espirituales. Cúrame, Señor; sálvame, Señor."

Génesis 18, 1-5
(Salmo) Lucas 1, 46-50. 53-55

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domingo, 14 de junio de 2015

Reflexión de Hoy- Domingo 14-06-15 (Ecos del corazón de Jesús).

Ecos del corazón de Jesús. Autor: José Ignacio Alemany Grau, obispo. Fuente: homiliasparalossencillos.blogspot.com/ El tiempo pascual interrumpió l

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Ecos del corazón de Jesús.

Autor: José Ignacio Alemany Grau, obispo.
Fuente: homiliasparalossencillos.blogspot.com/

El tiempo pascual interrumpió lo que la liturgia llama tiempo ordinario.
Después de celebrar la Pascua y las últimas grandes fiestas, retomamos la serie de domingos "verdes" (ese es el color de los ornamentos). En concreto, hoy es el domingo XI.

Como de costumbre Jesús nos va a dar enseñanzas importantes sobre el Reino.

La razón es ésta: Dios ha querido salvarnos a todos y para ello nos ha enseñado una manera de vivir, pensar y amar a la que ha llamado su Reino.

En el Reino hay un Rey que es el Padre, dueño y Señor de todo, que nos envió a su Hijo para librarnos de la esclavitud del pecado y para hacernos libres e hijos de Dios.

En el Reino no hay esclavos ni gente forzada. Somos libres o Dios nos hace libres.

Como el pecado nos había encadenado, el Verbo encarnándose nos liberó.

De esta manera el Señor nos está ofreciendo la felicidad no solamente para el tiempo sino también el regalo de ser felices con Él para siempre en el cielo.

Jesús nunca define qué es el Reino, del que habla con mucha frecuencia, pero nos va explicando sus características para que nosotros podamos llevar sus enseñanzas a la vida.

Hoy nos recuerda dos de esas características tomadas de la vida del campo, donde vivían los oyentes que solían acompañar a Jesús: La Palabra de Dios es como una semilla muy pequeña, la mostaza. No solo es pequeña sino la más pequeña de todas las semillas. Pero tiene tal fuerza su pequeño germen que se desarrolla y crece hasta el punto en que los pajaritos pueden anidar entre sus ramas.

Qué bien entendemos esto cuando vemos tantas personas que oyen la Palabra de Dios. Parece que no pasó nada y… San Antonio Abad, después de oír el Evangelio en la Iglesia de su pueblo, sale del templo, se desprende de todo y se dedica a una vida de contemplación y servicio a los demás.
Como este santo conocemos a muchísimas personas, hombres y mujeres, a los que la luz del Evangelio les ayudó a cambiar totalmente de vida.

Pero, ¿cómo va cambiando los corazones la Palabra de Dios?

No se sabe cómo pero es tan fuerte que el que la sembró "duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga y después el grano" y así nos encontramos con un apóstol del Reino.

San Pablo nos enseña que esta vida del Reino es la gracia de Dios que es transformante. De lo mortal nos hace pasar a la eternidad feliz.

Vivimos en confianza a pesar de que caminamos sin ver a Dios: "porque sabemos que mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados del Señor pero guiados por la fe".
"Esta confianza - según el mismo apóstol - es tan fuerte que deseamos salir del cuerpo para vivir junto al Señor".

Por su parte Ezequiel, en la primera lectura, nos ha enseñado con imágenes también tomadas del campo, cómo Dios ensalza a los humildes y pequeños y humilla a los creídos. El profeta habla de árboles: los árboles pequeños (en su comparación) los coloca Dios en los lugares más visibles y los hace crecer.

A estas enseñanzas las he querido llamar "Ecos del Corazón de Jesús" porque es de su Corazón de donde brota tanto cariño, para enseñarnos no solo el camino sino también cómo acercarnos a Él, que es el camino, la verdad y la vida. De esta forma Jesús nos lleva al Padre.

Este viernes pasado la liturgia nos ha recordado la solemnidad del Corazón de Jesús. Él es la personificación del Reino. Por eso nos hablaba del Reino y los discípulos, iluminados por el Espíritu en Pentecostés, predicaban a Jesús.

¿Qué hizo ese Corazón Divino por nosotros?

Meditemos lo que la liturgia nos enseña en el prefacio leído hace dos días.

Jesucristo "con amor admirable se entregó por nosotros, y elevado sobre la cruz hizo que de la herida de su costado brotaran, con el agua y la sangre, los sacramentos de la Iglesia: para que así, acercándose al Corazón abierto del Salvador, todos puedan beber con gozo de las fuentes de la salvación".

¡¡En el Corazón de Cristo bebemos la salvación!!

Hermosa comparación que nos habla del amor verdadero.

Con la oración del viernes pidamos al Padre, que ha puesto en Jesús tesoros infinitos de caridad, que nos conceda todas las gracias que necesitamos para reparar con ellas nuestras limitaciones y pecados.

José Ignacio Alemany Grau, obispo.

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viernes, 12 de junio de 2015

Reflexion de Hoy- Sábado 06-06-16 (El corazón de Cristo ama a todos, cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores).

El corazón de Cristo ama a todos, cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores. Autor: Papa Francisco. Fuente: (RV).- A mediodía, desde

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El corazón de Cristo ama a todos, cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores.

Autor: Papa Francisco.
Fuente:

(RV).- A mediodía, desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico, el Papa Bergoglio rezó la oración mariana del Regina Coeli, que sustituye a la del Ángelus en el tiempo pascual, con los miles de fieles y peregrinos que se habían dado cita en la Plaza de San Pedro, deseosos de escuchar sus palabras y de recibir su bendición apostólica.

El Santo Padre recordó que el Evangelio del sexto domingo de Pascua corresponde al capítulo 15 de San Juan, que nos conduce al Cenáculo, donde escuchamos el mandamiento nuevo de Jesús: "Ámense los unos a los otros, como yo los he amado". Y, pensando en el sacrificio de la cruz ya inminente, añade: "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos".

Francisco afirmó que estas palabras, pronunciadas durante la última Cena resumen, no sólo el mensaje, sino todo lo que ha hecho el Señor: dar la vida por sus amigos, a pesar de que no lo habían comprendido, y de que llegaron a abandonarlo, traicionarlo y renegarlo.

Y añadió que de este modo, Jesús nos muestra el camino para seguirlo, el camino del amor, cuyo mandamiento no es un simple precepto, sino que es el mandamiento nuevo de Cristo, puesto que Él lo realizó en su carne en primer lugar, haciendo de este modo que la ley del amor se escribiera, de una vez para siempre, en el corazón de todos los hombres.

Es un camino que nos conduce a salir de nosotros mismos para ir hacia los demás. Jesús nos ha mostrado que el amor de Dios se realiza en el amor al prójimo. Las páginas del Evangelio están llenas de este amor: adultos y niños, cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores han tenido acogida en el corazón de Cristo.

Por tanto, el Obispo de Roma nos invitó a querernos unos a otros, incluso si no siempre nos entendemos, o no vamos de acuerdo, porque en esto reside el amor cristiano, que se traduce en gestos de cercanía a un anciano, a un niño, a un enfermo, a una persona sola y con dificultades, sin casa, sin trabajo, inmigrada o refugiada.

Por último el Santo Padre invocó a nuestra Madre Santísima, para que en la vida cotidiana de cada uno de nosotros el amor de Dios y el amor del próximo estén siempre unidos.

María Fernanda Bernasconi - RV.

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