Meditación: Lucas 2, 22-40.
Autor:
Fuente: la-palabra.com
La Sagrada Familia de Jesús, María y José
En
esta fiesta de la Sagrada Familia reflexionemos sobre nuestras propias
familias. La Sagrada Familia es un modelo especial de amor, oración y
cuidado mutuo que podemos seguir en todo momento porque es un modelo de
la vida real. Toda familia humana tiene altibajos; las que llevan una
vida apacible y feliz son generalmente las que han puesto a Dios en el
primer lugar.
La
familia y el matrimonio son como una red de pescar: Si todos los cabos
están bien amarrados, resisten cualquier peso y presión. De igual
manera, las familias pueden recibir de las demás el apoyo de una gracia
abundante.
La
misma Sagrada Familia puede ser un excelente canal de gracia para tu
familia. Si te parece casi imposible compaginar el trabajo de criar a
tus hijos, pregúntale a la Virgen María y a San José “¿Cómo criaron a
Jesús?” Es probable que ellos también hayan tenido momentos de
indecisión, y seguramente nosotros queremos aprender a hacer algo
especial para demostrarle amor a nuestro esposo o esposa. ¡Quizás a la
Virgen le gustaba prepararle una cena especial a San José después de un
día de trabajo particularmente difícil y sin duda él se preocupaba de
que María tuviera siempre flores en la casa y era cariñoso y amable con
ella!
El
demonio trató de destruir la Sagrada Familia y hoy trata de destruir
las familias de todo el mundo. Sea uno soltero o casado, los ataques del
diablo nos inquietan a todos, porque todos formamos parte de alguna
familia y le pertenecemos a un Dios que se preocupa profundamente por la
vida familiar. Lo bueno es que, en Cristo Jesús, tú y yo podemos
rechazar al demonio, y lo hacemos siendo amables, compasivos, pacientes,
humildes y serviciales en la familia. De esa forma, el demonio no tiene
en qué afianzarse para lanzar sus ataques destructores. Así, pues,
pídele al Señor que te enseñe a edificar tu familia como él quiera.
“Padre,
dígnate guardar a todas las familias en tu corazón. Donde ha habido
dolor, lleva tu toque sanador; donde hay conflictos, envía tu Espíritu
Santo, y enséñanos a no darle ninguna cabida al maligno en nuestro
hogar.”
Eclesiástico (Sirácida) 3, 2-6. 12-14
Salmo 127, 1-5
Colosenses 3, 12-21