lunes, 25 de agosto de 2014

Meditación: Mateo 23, 13-22.

Meditación: Mateo 23, 13-22.
Autor:
Fuente: la-palabra.com
En el Evangelio de hoy vemos a Jesús —que se auto define como “manso y humilde de corazón”, que se conmueve ante los sufrimientos de los otros, que se muestra amable con los pecadores y que es tierno con los pobres y los sencillos— que ahora condena en tono severo la hipocresía religiosa de los fariseos, con expresiones de castigo y juicio y expresa su dolor por el mal que ve en el mundo.
Es una dura crítica contra el fanatismo religioso de los fariseos. Pero la enseñanza del Evangelio nos muestra la facilidad con que algunos creyentes se dejan arrastrar por el fanatismo y salen del ámbito de la experiencia cristiana, en la que lo esencial es seguir a Jesús, llevar una vida de fidelidad a la Iglesia y entender la voluntad de Dios según las circunstancias de la vida, especialmente en lo que se refiere al amor al prójimo.
Si bien es cierto que Jesús dirige estas Palabras primordialmente a los guías religiosos, hemos de sentirnos interpelados todos los cristianos, porque todos hemos tenido parte en errores como los que señala el Señor. En una medida u otra, todos somos culpables de estos pecados denunciados por Jesús con tanta energía. Son también una llamada de alerta para no incurrir en ellos.
Nosotros, los cristianos de hoy, no escapamos de las tendencias legalistas que rigen el mundo actual, en el cual abundan leyes, decretos y reglamentos que carecen de sentido común, ya que han sido creados para privilegiar principalmente los intereses de quienes ostentan el poder político. Tal situación desafía al cristianismo y a la Iglesia a poner al ser humano en el centro de todo proyecto y desde ahí reactivar el mensaje profético a favor de la dignidad.
Hermano, ¿qué puedes hacer tú para remediar estas situaciones en tu propia comunidad, ciudad o país? ¿Orar? Por supuesto, pero también hay que realizar otras acciones, por ejemplo, participar en asambleas comunitarias, en la escuela, en la sociedad civil, y también participar con el voto en las elecciones parlamentarias y presidenciales. Esta es una herramienta que, como ciudadanos y como cristianos, tenemos el derecho de ejercer. ¿Lo estás haciendo tú?
“Señor mío Jesucristo, te ruego que abras mis ojos y mi corazón para darme cuenta en qué cosas actúo yo como los fariseos y enséñame a ver y entender el verdadero sentido de la Ley de Dios.”
2 Tesalonicenses 1, 1-5. 11-12; Salmo 95, 1-5

domingo, 24 de agosto de 2014

Reflexión de Hoy- Domingo 24-08-14 (¿Quién soy yo?)

¿Quién soy yo? Autor: José Ignacio Alemany Grau, obispo. Fuente: homiliasparalossencillos.blogspot.com/ La pregunta de Jesús a sus apóstoles result

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¿Quién soy yo?

Autor: José Ignacio Alemany Grau, obispo.
Fuente: homiliasparalossencillos.blogspot.com/

La pregunta de Jesús a sus apóstoles resulta bastante extraña. Parece que le interesa realizar una especie de encuesta.

La pregunta fue:

"¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?"

Seguramente que cuando ya les pasó la sorpresa por tal pregunta, pensaron que la respuesta era fácil ya que no les comprometía personalmente a ninguno y todos comenzaron a hablar:

"Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otro que Jeremías o algún otro profeta".

En ese momento Jesús debió sentir que ya había oído las "noticias del periódico" y quiso ir más a fondo:

"¿Y vosotros, quién decís que soy yo?"

Ahora sí que debió ser profundo el silencio, y además, tenían muchos motivos para ello, puesto que era verdad que no sabían nada de Él.

De pronto, Pedro se siente iluminado y entre su fácil atrevimiento y la inspiración del Padre Dios, soltó una de las afirmaciones más valientes de su vida:

"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Seguramente que todos se sorprendieron, pero fue Jesús quien descubrió el misterio que el Padre Dios había revelado por primera vez a un apóstol y le felicitó:

"¡Dichoso tú Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo".

Debió ser impresionante, si es que lo entendieron, lo que pensaron los apóstoles en aquel momento:

El Maestro dice que Dios se ha revelado a Pedro y con profundo silencio siguieron escuchando:

"Ahora te digo yo: tú eres piedra (nosotros traducimos Pedro) y sobre esta piedra edificaré

(Jesús acaba de hacer una opción: Pedro lo representará) mi Iglesia" (así deja claro Jesús, como es natural, que no va a tener más que una sola Iglesia, aunque los hombres nos esforcemos por dividirla).

"Y el poder del infierno no la derrotará" (los enemigos de Dios no harán sucumbir jamás su Iglesia porque Jesús es Dios).

"Te daré las llaves del reino de los cielos" (las puertas de los castillos y ciudades antiguas tenían unas llaves, cuyo dueño era únicamente el rey. Ahora será Pedro quien tenga esa responsabilidad).

"Lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo" (término judicial que declara lícito o ilícito algo y que, en el caso, significa que Jesús da a Pedro el poder de perdonar o no).

Después de un momento tan profundo, que según san Lucas había sido precedido por un largo rato de oración de Jesús, concluye todo con estas palabras de Mateo:

"Les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías".

Posiblemente también esto nos llama la atención en Jesús que, aunque a veces Él mismo se proclama expresamente Mesías, en otras oportunidades manda guardar total secreto a los suyos.

El apóstol san Pablo, por su parte, haciendo eco al misterio que el Padre reveló a Pedro, nos invita a meditar en la grandeza de este Dios que, aunque escondido, está en el mismo Cristo Jesús. Y refiriéndonos al mismo Señor, podemos meditar:

"¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero?"

Ciertamente que ninguno de nosotros, porque con profunda humildad debemos reconocer la grandeza de Dios y también la humillación profunda de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad en Cristo.

Hoy el salmo responsorial nos invita a proclamar la misericordia de Dios que nunca abandona la obra de sus manos, que somos nosotros, los preferidos de su creación.

Repitamos, pues, gozosamente:

"Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario y daré gracias a tu nombre".

Y con profunda humildad repetimos también con agradecimiento:

"El Señor es sublime, se fija en el humilde y de lejos conoce al soberbio. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos".

Por su parte Isaías nos adelanta las palabras proféticas de Jesús sobre Pedro, diciéndonos cómo el Señor escogerá a Eliacín: "Le vestiré la túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que el cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme" (Pedro roca sobre Cristo roca).

Qué alegría pensar que pertenecemos a la Iglesia que Jesús, Dios y hombre maravilloso, ha querido dejar en este mundo para que podamos salvarnos.

José Ignacio Alemany Grau, obispo.

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sábado, 23 de agosto de 2014

Reflexión de Hoy- Sábado 23-08-14 (¿Qué debo hacer?)

¿Qué debo hacer? Autor: Claudio De Castro. Fuente: Cada día, cuando visito a Jesús en el Sagrario, le hago la misma pregunta: "¿Qué debo hacer?"

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¿Qué debo hacer?

Autor: Claudio De Castro.
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Cada día, cuando visito a Jesús en el Sagrario, le hago la misma pregunta: "¿Qué debo hacer?"

Y es que no encuentro respuestas a mis inquietudes y a menudo no sé cómo solucionar mis problemas.

Hoy fue un día especial, diferente. Me encontraba en ese dialogo solitario con Jesús. Le preguntaba muchas cosas, con la certeza que Él está allí, y me ve y me escucha.

Y de pronto me llegaron estos pensamientos… Como no tenía papel para anotar, los escribí en la palma de mi mano.

Al salir de la Iglesia vine a la Biblioteca. Aquí estoy, en este momento, leyendo lo que escribí:

"El que vive en la presencia de Dios no puede odiar, aunque quiera.

Dios es Amor. Su amor es tan grande que todo lo inunda y no deja espacio en tu alma para el odio, el resentimiento o el rencor.

En su presencia sólo hay paz, serenidad, perdón y misericordia".

Hay algo más. Mirándolo fijamente le recordé los problemas que atravieso y no sé cómo solucionar.

Entonces sentí como un bálsamo en el alma. "Eres Tú", le dije, "sé que eres Tú".

Y un amor hondo me llenó con tal fuerza que aún, en este momento, en esta Biblioteca, lo percibo.

Es un gozo interior indescriptible. Y me mueve a amarlo todo, a todos, al bueno, al malo, al que me ama, al que me odia.

En ese momento volví a hacer la pregunta que siempre quedaba sin respuesta: "¿Qué debo hacer?". Esta vez algo ocurrió.

"¿Qué debo hacer?" Volví a preguntar.

Sentí una voz interior, transparente como el viento, que me llegó al corazón.

"Amar", respondió. "Debes amar".

Entonces comprendí. He amado, pero no lo suficiente. He amado con un amor muy pobre y egoísta, un amor selectivo.

Debo dar ese primer paso que nos diferencia y amar un poco más. Luego, pedirle una chispa de Su amor, que es un amor puro y limpio, para amar como debo amar.

Al salir, llegué a esta conclusión: Si amaramos un poquito más, el mundo sería diferente, y nosotros también.

Ahora lo sabes… Cada vez que preguntes qué debes hacer, encontrarás una sola respuesta: "AMAR".

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viernes, 22 de agosto de 2014

Reflexión de Hoy- Viernes 22-08-14 (Golpe de timón).

Golpe de timón. Autor: Fernando Pascual. Fuente: La vida avanza, muchas veces entre hábitos de pereza, entre grises de monotonía, entre indiferenci

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Golpe de timón.

Autor: Fernando Pascual.
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La vida avanza, muchas veces entre hábitos de pereza, entre grises de monotonía, entre indiferencias y desganas. Resulta difícil pensar en cambios. Todo más o menos está bajo control. Lo novedoso puede ser problemático. Mejor es dejar las cosas como están, o al menos así lo pensamos…

El corazón, sin embargo, siente una llamada, respetuoso y constante, a dar un golpe de timón. Porque no podemos vivir como auténticos cristianos si dejamos en silencio el Evangelio. Porque la caridad tiene un dinamismo profundo que lleva a la aventura.

Es cierto que nos gusta tener todo bajo control. Avanzar hacia opciones nuevas, abrirse a la fantasía del Espíritu Santo, nos inquieta. Cuesta mucho romper con una vida ya hecha, con un modo de pensar y de actuar consolidado y, aparentemente, seguro.

Además, no resulta fácil abandonar esquemas consolidados y rehacer la propia vida. Como Nicodemo, sentimos resistencia: "¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?" (Jn 3,4).

Dios, sin embargo, sigue a la puerta y llama. La Biblia nos interpela y nos recuerda que no podemos ser tibios (cf. Ap 3,16-20). Las palabras de Cristo resuenan en lo más íntimo del alma: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1,15).

Un grito llega a mi alma: "Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo" (Ef 5,14).

Es hora de dar un fuerte golpe de timón a mi vida. Entonces empezaré a ser auténticamente discípulo, porque buscaré en todo amar a Dios y servir a mis hermanos.

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