viernes, 1 de agosto de 2014

Reflexión de Hoy- Viernes 01-08-14 (Meditación: Mateo 8, 23-27).

Meditación: Mateo 8, 23-27 Autor: Fuente: la-palabra.com En los días de Jesús, los pescadores y marinos tenían que conocer muy bien los peligros de

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Meditación: Mateo 8, 23-27

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Fuente: la-palabra.com

En los días de Jesús, los pescadores y marinos tenían que conocer muy bien los peligros del mar, pues carecían de los instrumentos de navegación que se usan hoy. Por eso, los mares y grandes lagos, dada la fuerza del agua y la imprevisibilidad del clima, vinieron a simbolizar las fuerzas del caos y del mal. Frente a semejantes poderes, la fuerza humana parecía sumamente débil, y los discípulos se llenaron de miedo cuando la barca comenzó a ser azotada por el viento y las olas.

Pese a la conmoción, Jesús dormía, con la serenidad que le daba su absoluta fe en el Padre. Sabía que ni él ni sus discípulos perecerían antes de cumplirse el plan de Dios. Por el contrario, el pánico que llevó a sus seguidores a despertarlo denotaba su falta de confianza en la protección divina, y su ignorancia respecto a los designios del Todopoderoso. Jesús les hizo ver su debilidad, pero también demostró el amor de Dios calmando de inmediato la tempestad.

Una fe tan inquebrantable quizás nos parezca misteriosa e inalcanzable, pero Cristo desea ayudarnos a lograrla. En cuanto a la fe, como a todas sus demás virtudes, Jesús está dispuesto a darse a nosotros, para que nuestra vida sea tan fructífera como la suya. Sobre esto, san Juan Eudes escribió:

"Los misterios de Jesús no están aún completos ni consumados; o mejor dicho, están completos en Jesús, pero no en nosotros, que somos sus miembros, o en la Iglesia, su Cuerpo Místico. Porque el Hijo de Dios está decidido a comunicar, continuar y prolongar, de alguna manera, sus propios misterios en nosotros y en la Iglesia entera, tanto en cuanto a las gracias que ha decidido conceder, como a los efectos que desea producir en nosotros mediante tales misterios. De esta forma él hará que sus misterios se cumplan en nosotros (Tratado sobre el Reino de Jesús)."

La barca en que navegaban Cristo y sus discípulos es símbolo de la Iglesia, que es azotada por el pecado y las tentaciones del mundo. Pero sabemos que la nave no zozobrará, porque conocemos el poder de nuestro capitán, y confiamos plenamente en él. Pensando en esto, podemos orar:

"Señor, cuando sobrevengan las tempestades, ayúdanos a acudir prontamente a ti para que nos tranquilices y nos fortalezcas. Auméntanos la fe y ayúdanos a seguir fielmente el rumbo señalado por nuestro Padre celestial."

Amós 3, 1-8; 4, 11-12, Salmo 5, 4-8

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