Autor: Omar A. Jiménez Castro. Fuente: www.mensajespanyvida.org
En mi experiencia personal la lectura de San Mateo 18, 15,17. "En Galilea dijo Jesús a sus discípulos: « Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede resuelto por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. « Yo les aseguro: todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo". Me llego muy profundo y quisiera compartirla con ustedes.
Cuantas veces mi incluyo en esa lista, a cada momento, en donde algún hermano ha cometido algún error contra nosotros o contra algún hermano y lo primero que se nos ocurre es dejarle saber toda nuestra ira, hasta ponerlo muchas veces en ridículo o en desprecio delante de la comunidad, en vez de ayudarle a que cambie.
En unas de esas lecturas el Señor nos habla de que el que ama cumple todos los mandamientos.
Se me viene a la mente aquella mujer pecadora que todo el mundo quería apedrear por adulterio.
¿No se parece a nosotros cuando queremos poner en evidencia el pecado de aquel hermano (a), para ponerlo mal y hacerlo sentir el más despreciado?.
Al final, el mismo Jesús la perdonó, pero no dejó que la trataran mal por aquellos que la acusaban.
A veces creemos que Dios es igual que nosotros. Las veces que nos tiene llamar Dios la atención o enseñarnos algún aprendizaje, siempre cuidadando la integridad emocional, para no hacerlo sentir mal cuando nos corrige.
Eso debemos de hacer, cuando tengamos que corregir, siempre tratemos de estar lo más serenos y siempre hacerlo buscando el bien de esa persona y con cuidado de no hacerle sentir mal. Usemos siempre la caridad cristiana que debemos de tener cuando corregimos.
Hagamos un recuerdo de nuestro caminar de cristianos, en donde hemos hecho cosas indebidas y cuántas veces Dios, aunque pudiera juzgarnos por el mal que hemos hecho, siempre viene a nuesro encuentro y nos invita a arrepentirnos, y ahí quedo todo. No nos saca en cara las veces que nos ha perdonado y la maldad de nuestras acciones.
Pidamos a Dios que nos ayude a ser como Él, a buscar siempre el bien del otro por amor.
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