lunes, 19 de mayo de 2014

Yo moveré la roca

Autor:
Juan Rafael Pacheco
Fuente: www.mensajespanyvida.org

La historia es como sigue. Aquel hombre estaba profundamente dormido, cuando de repente, una luz iluminó su habitación y Dios se apareció, encargándole empujar con todas sus fuerzas una enorme roca que había cerca de su cabaña.

Dicho y hecho. Durante largo tiempo, desde el alba hasta el ocaso, nuestro amigo empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas, pero ésta no se movía, regresando cansado y abatido y sintiendo que sus esfuerzos eran en vano.

Ya frustrado, entra en escena Satanás trayendo el veneno de la desilusión: “Has estado empujando esa roca y no se mueve. Eres un fracasado.” Y cada vez más triste, su desaliento y malestar aumentaba.

Casi al punto de desistir, decidió conversar con el Señor --¡orarle!-- y descargar en Él su pesar y sentimientos: “¿Porqué he fracasado? He trabajado duramente a tu servicio, empleando toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aún así, no he podido mover la roca ni un milímetro. ¿Qué pasa? ¿Porqué no lo he logrado?”

Y el Señor le habló, lleno de compasión y ternura:

“Mi hijo querido, cuando te pedí que me sirvieras y tu aceptaste, te dije que tu tarea era empujar la roca con todas tus fuerzas y así lo has hecho.  Nunca dije que esperaba que la movieras, tu tarea era empujar. Ahora vienes a mí sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad fracasaste? Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda crecida y bronceada, tus manos fortalecidas por la constante presión, tus piernas se han vuelto resistentes.  A pesar de la adversidad, has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que nunca antes tuviste.

Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era empujar y confiar en mí; eso lo has logrado. Ahora, mi querido amigo, Yo moveré la roca.”

¡Cuán fácilmente nos confundimos tratando de descifrar los inescrutables proyectos del Señor para nuestras vidas, cuando en realidad lo único que Dios nos pide es que tengamos confianza en Él!

¡Creerle a Él, descansar en Él, depender de Él, confiar en Él!

Y cuando vemos que el mundo se nos desbarata, que nuestros planes no funcionan, que nuestras fuerzas no nos dan para mover las rocas que encontramos a nuestro paso, habla con el Señor, pide ayuda al Señor, entrega tus miedos al Señor:

Hermano, cuando los niños salgan a la calle descalzos y la madre en silencio no les tome la mano. / Cuando la tarde caiga con nubarrones verdes y la gente camine sin mirar hacia el cielo. / Cuando la mar se aleje y los pájaros griten y los árboles secos tengan flores alegres. / Cuando la costa negra besando blanca arena se detenga en su impulso y de ella se aleje. / Cuando los campos tengan campesinos labrando la aridez de un terreno que parece ser macho. / Cuando todo en el mundo parezca que se acabe…

Entonces, Hermano,

¡Reza a Dios por las madres que no les dan la mano a los niños descalzos cuando cruzan la calle! / ¡Reza a Dios por la gente que no mire hacia el cielo cuando la tarde caiga con nubarrones verdes! / ¡Reza a Dios por los pájaros y la mar y los árboles y las flores alegres! / ¡Y por la costa negra que no besa la arena y detiene su impulso y de ella se aleja! / ¡Reza, Hermano, oh, reza porque los campos áridos le den al campesino el fruto de su esfuerzo!

¡Oh, reza Hermano! ¡Te lo ruego! Por mí, ¡oh reza!

Bendiciones y paz.

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