Autor: Omar A. Jiménez Castro. Fuente: www.mensajespanyvida.org
Hace poco venia después de un día súper agotado de la universidad y me esperaban unas pocas horas hasta las 11 de la noche de clases.
Mientras esperaba y pensaba en el dolor que me sucedía en ese momento, preguntándole y calmándole por qué me pasó y que no le entiendo.
En ese momento entro a la Iglesia abierta, y ahora si, me fui a quejarme con el. Mientras oraba veo un niño de unos siete años, orando a mi lado derecho y pegado a la pared había una imagen de la Santísima Trinidad. El oraba con las manos abiertas, entregándose y confiando en su Padre.
Y en ese momento escucho esa voz a mi corazón, diciéndome, mira Omar, así quiero que seas, confiando completamente en Mí, sin preguntar o reclamar lo que te sucede, y confiándome tu vida a mi.
Pero, le dije, ese niño confía porque no tiene conciencia de lo que pasa, es un simple niño y no tiene preocupaciones. Pero la voz me decía así quiero que seas, no preocuparte sino confiando completamente en mi.
Yo soy uno de los tantos que no entendemos a Dios. No sabemos por qué Dios en su grandísimo poder no paró el tiempo y no permitió tantas cosas que nos han pasado y nos han causado tanto daño.
En mi vida de niño y adolescente viví en un ambiente enfermizo con mi padre, con violencia y siempre tan carente del lado paternal.
Siempre me queje de que Dios no paró el tiempo y que no permitiera lo sucedido.
Agrega tu historia y tu experiencia, y verás que siempre nos quejamos de que Dios no actuó y quedó como un cómplice de que las cosas sucedieran.
Para darte aliento a los dos, el tiempo de Dios es muy diferente al nuestro.
Por alguna razón extraña y tan grande a nuestro entendimiento lo permitió.
No creo que Dios nos quiera vernos sufriendo, pero lo permitió.
Una de las cosas más significantes que nos hablan en la Biblia es que Dios nos conoce profundamente, y que día y noche piensa en nosotros. Y si las cosas las permitió es por nuestro propio bien.
Tenemos que dejar que Dios sea Dios.
El no tiene que justificarse ante nosotros.
El siempre interviene en el momento correcto y justo para el bien de cada uno.
Pongamos cada día de nuestra vida en sus manos, sabiendo que Él nos buscará el mejor y mayor bien para todos.
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