miércoles, 23 de julio de 2014

Reflexión de Hoy- Miércoles 23-07-14 (Juzgarnos y juzgar).

Juzgarnos y juzgar. Autor: Omar A. Jiménez Castro. Fuente: www.mensajespanyvida.org Ayer tuve la dicha de escuchar al padre que celebró la Eucarist

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Juzgarnos y juzgar.

Autor: Omar A. Jiménez Castro.
Fuente: www.mensajespanyvida.org

Ayer tuve la dicha de escuchar al padre que celebró la Eucaristía y me llamó mucha la atención cuando hablaba acerca del juzgar.

Hermano, no te miento, pues ha sido una de las peleas internas que me ha tocado vivir como cristiano y como soy; es la de dejar de juzgarme a mí mismo y a los demás.

Basta que vemos los evangelios y en ninguna parte encontrarás que el Señor, cuando alguno va a su encuentro, lo haya mandado al infierno porque perdió su paciencia y decidió ya no perdonarlo más. Somos buenos para eso, para juzgarnos y juzgar sin ningún tipo de misericordia.

Cuántas veces empezando por nosotros, nos juzgamos por las razones que hayan sido, con cierta severidad, por decisión o determinadas situaciones y nos decimos toda una cantidad de cosas, no siempre con un sentido de justicia, es decir muchas veces nos cargamos con culpas que no son tales o sin ser tan grandes como las valoramos.

Si empezamos así por nosotros mismos, imagínate qué podríamos hacer con nuestros prójimo (próximo).

Jesús cuando tuvo la oportunidad de estar cara a cara con algún seguidor o persona de la comunidad, jamás lo juzgó pese a que se encontró con personas a las que el mismo pueblo las daban por merecedoras del infierno, el castigo de Dios. Siempre tuvo palabras de aliento, vaya y no peques más, le decía a la mujer adúltera. El mismo Zaqueo, de quien la gente sabía que robaba, jamás escuchó de Él una palabra de desprecio. Eso sí, tuvo conciencia de su pecado del mal que había hecho ante Jesús, pero nunca recibió reproches sino más bien le pidió ir a su casa. Recuerda cómo la gente le decía a Jesús cómo iba a ir a comer con un pecador.

Con cuánta más razón no debemos ser tan duros con nuestro prójimo. Porque somos buenos para juzgar al filo de la navaja pero no reconocemos que si Dios tiene misericordia de nosotros, también debemos tenerla para nosotros mismos y nuestros semejantes.

El único pedido que Dios nos hace es irnos en paz y no pecar más.
A los que somos católicos y podemos confesarnos debemos de ir con alegría al encuentro del perdón de nuestro Padre porque a través de ese sacerdote, su ministro consagrado, vendrá la paz a nuestras almas en ese sacramento basado en la humildad y el propósito de enmienda.

Aplica la sana crítica que se basa en el adecuado juicio, lo más equitativo posible, de tus actos y de aquellos que te vinculan con tu prójimo-próximo y por sobre todas las cosas sé justo contigo y con los demás. Si no acertaste en tu procedimientos, es de buena persona y mejor cristiano saber pedir perdón tanto al ofendido como a nuestro Señor

En Cristo Jesús y María Madre, amén

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