sábado, 19 de julio de 2014

Reflexión de Hoy- Sábado 19-07-14 (La señora que finalmente viajó en tren).

La señora que finalmente viajó en tren. Autor: Juan Rafael Pacheco Fuente: www.mensajespanyvida.org Una señora de cierta edad había tenido toda su

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La señora que finalmente viajó en tren.

Autor: Juan Rafael Pacheco
Fuente: www.mensajespanyvida.org

Una señora de cierta edad había tenido toda su vida la esperanza de viajar en tren. Quería contemplar, devorar cada paisaje con los ojos y disfrutar todo cuanto pudiera en los kilómetros que iría a recorrer.

Aquel día, finalmente, entró muy decidida en el vagón de pasajeros y cuando el tren partió, comenzó afanosamente a acomodar los paquetes y cestas que traía, poniendo esto aquí y esto allá, así como a arreglar confortablemente su asiento y a recoger las cortinas con unos hermosos lazos, hasta que logró dejar todo listo a la perfección del más mínimo detalle, sentándose entonces tranquilamente a arreglar cuanto traía en la cartera y cuando vino a darse cuenta, de repente, cuando ya estaba lista para comenzar a contemplar el paisaje, el conductor voceó el nombre de la estación a la cual iban. ¡Habían llegado!

--Que pena, --dijo la señora. Si hubiese sabido que llegaríamos tan pronto no habría perdido tiempo en pequeñeces.

En ese mismo orden de ideas, afirma el Padre Juan J. Ferrán que "tenemos que forjar la conciencia de que, entre nuestras muchas responsabilidades, miembros de una sociedad que nos necesita, lo más importante y sano es la preocupación que nos debe acompañar en todo momento por el bien espiritual de las personas que nos rodean, especialmente cuando se trata además de personas que dependen de nosotros.

El hombre cristiano y creyente debe vivir este objetivo con inteligencia y decisión, comprometiéndose en el apostolado cristiano, cuyo objetivo es no solamente proporcionar bienes a los hombres, sino sobre todo, acercarlos a Dios.

Hay que saber vencer el respeto humano, una forma de orgullo o de inseguridad como se quiera llamarle y que muchas veces atenaza al espíritu impidiéndole compartir los bienes espirituales que se poseen. El respeto humano puede conducirnos a fingir la fe o al menos a no dar testimonio de ella, a inhibirnos ante ciertos grupos de los que pensamos que no tienen interés por nuestros valores, a nunca hablar de Cristo con naturalidad y sencillez ante los demás, incluso quienes conviven con nosotros, a evitar dar explicaciones de las cosas que hacemos, cuando estas cosas se refieren a Dios. En fin, el respeto humano nunca es bueno y echa sobre nosotros una grave responsabilidad: la de vivir una fe sin entusiasmo, sin convencimiento, sin ilusión, porque a lo mejor pensamos eso de que Dios, Cristo, la fe, la Iglesia, no son para tanto."

Y sin embargo, "nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo. Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama mañana, qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera." (P. Pedro Arrupe, s.j.)

Al igual que la buena señora del tren, no perdamos el enfoque real en nuestra vida. Las pequeñeces muchas veces nos desvían y distraen del verdadero paisaje, de las cosas verdaderamente importantes. Y es que a Dios hay que darle su lugar, el lugar que merece, el primer lugar.

Bendiciones y paz.

Este cuento aparece publicado en la página 151 de mi libro "¡Descúbrete! Historias y cuentos para ser feliz". Disponible en Librería Cuesta y La Sirena.

Para comunicarse con el autor escribir a:
casadeluzjn812@gmail.com

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