domingo, 20 de julio de 2014

Reflexión de Hoy- Domingo 20-7-14 (Meditación: Mateo 13, 24-43).

Meditación: Mateo 13, 24-43 Autor: Fuente: la-palabra.com Uno de los medios preferidos de Jesús para enseñar acerca del Reino de Dios eran las pará

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Meditación: Mateo 13, 24-43

Autor:
Fuente: la-palabra.com

Uno de los medios preferidos de Jesús para enseñar acerca del Reino de Dios eran las parábolas, o comparaciones extraídas de la vida real.

Para los judíos contemporáneos de Cristo, la idea del Reino de Dios simbolizaba la esperanza de verse libres de las fuerzas invasoras del Imperio Romano, para que Israel fuera nuevamente una nación soberana, con el culto del templo y la ley mosaica como los pilares fundamentales de la estructura nacional. Pero el Reino de los cielos, como Jesús lo describía, no iba a ser la entidad política que muchos judíos concebían.

En todas las parábolas que Jesús usó para explicar el Reino, hay una verdad persistente: El Reino está fundado y sostenido por Dios, no por hombres y mujeres. Así como la semilla de mostaza crece hasta llegar a ser un arbusto grande, el Reino vino por medio de la familia de un carpintero de Galilea. El hijo de ese carpintero realizó milagro tras milagro; confundió a los jefes religiosos y a los políticos furibundos, y finalmente, entregó su vida en una cruz para resucitar luego a la vida nueva e inaugurar el Reino del cual tanto se había hablado.

En esto se ve lo muy valioso que es el Reino. Tanto nos ama el Padre y tanto quiere compartir con nosotros su vida divina que entregó a su único Hijo para llevarnos a nosotros a su Reino. Quizás veamos imperfecciones y debilidades ahora, porque el Reino está integrado por seres humanos débiles y caídos, pero al final de los tiempos, cuando haya un nuevo cielo y una nueva tierra, todo indicio de pecado y maldad habrá sido eliminado y sólo conoceremos la paz, el amor, el gozo y la rectitud en la presencia del Padre. Mientras esperamos ese glorioso cumplimiento, oremos para que el Reino de Dios crezca en los corazones de los hombres y mujeres de todo el mundo.

"Padre eterno y Soberano del Universo, abre mis ojos para que yo vea la majestad y la magnificencia de tu Reino celestial en la tierra, al que nos has llamado gracias al sacrificio redentor de tu Hijo Jesucristo."

Sabiduría 12, 13. 16-19; Salmo 85, 5-6. 9-10. 15-16; Romanos 8, 26-27

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