Autor: Omar A. Jimenez Castro. Fuente: www.mensajespanyvida.org
Ayer cuando fui a misa y tuve la dicha de estar en un templo que no acostumbro a visitar que es en la Parroquia de Grecia. Mientras escuchaba la homilía del sacerdote celebrante me dejaba ese sabor de la lectura Mc 12,28-34). Y es que muchas veces nos ha gustado o pensado en ir a África o Asia para predicar el Evangelio. Para llegar hasta esos rincones y amar a todos nuestros semejantes como nos dice el Señor.
Pero de que nos vale si no podemos amar aquellos que conviven con nosotros o aquellos que nos relacionamos en nuestro entorno o pueblo. Si somos discordia con aquellos más cercanos, de que nos vale llegar hasta allá tan lejos si no somos capases de hacerlo acá donde vivimos. De que nos valdría si dentro de nuestro entorno somos razón de odio, división entre los hermanos, aliento al rencor y todo aquello malo.
El mismo Jesús nos decía en su lectura, qué nos vale amar a Dios si no amamos aquellos que nos relacionamos todos los días entonces las palabras serian huecas. No hay otro mandamiento más grande que estos dice nuestro Señor en la lectura. Si no vamos a tener esa oportunidad de ir tan lejos para amar aquellos hermanos lejanos, tal vez, nuestro Padre nos manda a amar aquellos cercanos como muestra que lo amamos.
Pero amar aun a nuestros enemigos, aquellos que no nos gusta mucho o cae bien, porque si amamos a todos los que nos aman de que nos vale decía Jesús en una ocasión.
Pidámosle a nuestro Padre que cambie nuestro corazón para amarlo por medio de nuestros hermanos y así de verdad amarlo a Él.
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