viernes, 28 de agosto de 2015

Reflexión de Hoy- Viernes 28-08-15 (…y no tengas miedo…).

…y no tengas miedo… Autor: Juan Rafael Pacheco Fuente: www.mensajespanyvida.org Todas las noches, desde que estaba en el vientre de mamá y hasta qu

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…y no tengas miedo…

Autor: Juan Rafael Pacheco
Fuente: www.mensajespanyvida.org

Todas las noches, desde que estaba en el vientre de mamá y hasta que estuve ya grandecito, papá me rezaba una pequeña oración que dice así:

Cuatro pilares tiene mi cuna,
cuatro angelitos que me la guardan:
Juan, Lucas, Marcos y Mateo.
Duérmete Yonito lindo
y no tengas miedo.

Nunca se me ocurrió preguntarle a papá de dónde sacó esa oración, pero la verdad es que no se la he oído decir a más nadie…

En el Evangelio aparece el relato de aquella vez que Jesús mandó a los discípulos se fueran adelante, atravesaran el lago y lo esperaran en la otra orilla. (Mt 14, 22-33).

Los discípulos obviamente van solos. Jesús no va con ellos. Dice el Evangelio que en cierto momento su barca está "muy lejos de la tierra", o sea, a mucha distancia de Jesús, y un "viento contrario" les impide dar la vuelta y regresar a tierra. Están solos, sienten un gran miedo en medio de la tempestad, y no saben qué van a poder hacer sin Jesús. La situación en la barca es desesperada, tienen muchísimo miedo. ¿Será esa nuestra situación en el día de hoy?

El miedo es el principal obstáculo para conocer, amar y seguir a Jesús como Hijo de Dios. Tenemos miedo a que nos rechacen, a que no nos quieran, tenemos miedo al día de mañana, miedo a que nos falten el respeto, a que nos desconsideren… Inclusive muchas veces nos tenemos miedo unos con otros. Y si lo vemos bien, en el fondo de estos miedos lo que hay es miedo a Jesús, poca fe en Él. Nos resistimos a seguir sus pasos.

Cuando Pedro empieza a hundirse en medio del lago, es porque le entra miedo. Si verdaderamente amáramos a Dios no tendríamos miedo, porque Dios es paz, a pesar de la lucha y de todos los inconvenientes.

Aquella noche, cuando los discípulos van en la barca, soplaba viento contrario, y hacía que la barca se zarandeara, se moviera muchísimo. ¡Cuántas veces nuestra vida se parece a esa barca! La barca puede ser nuestro matrimonio, nuestras actividades, los negocios, la salud, la hostilidad y la incomprensión de las personas, los reveses continuos de la vida, la dificultad para encontrar casa o trabajo…

Y cuando la Palabra dice que soplaba viento contrario, ese viento contrario son todas las fuerzas que tenemos por dentro contrarias a la fe, o sea a Jesús, y que las encubrimos con una máscara de piedad, de santidad inclusive, detrás de una cara que aparenta no romper ni un plato… y que cada uno de nosotros conoce muy bien. ¿Cuál es el mayor impedimento que cada uno de nosotros está enfrentando y que no nos permite darle el sí definitivo al Señor Jesús y entregarle nuestras vidas?

¿Será el alcohol, la droga, el juego, la brujería, el engaño, la mentira, la infidelidad matrimonial de los casados, y la promiscuidad, el sexo desenfrenado los solteros… y también los casados? ¿Será posible que sigamos exponiéndonos a las ocasiones de pecado, en lugar de huir de esas ocasiones, de esos sitios, de esos momentos, de evitar todo lo que nos conduzca a fallarle a ese Dios de amor que es nuestro Dios?

¡Debemos saber imitar el ejemplo de aquella joven de Nazaret, que un día le dijo al Señor, ante el anuncio del ángel que ella concebiría al que habría de ser el Mesías… "yo no se cómo pueda ser esto, pero yo te creo, cuenta conmigo!" ¡Y ese sí de María, esa fe, ese "hágase en mi según tu palabra"… en ese preciso momento abrió las puertas de la salvación para ti, para mí y para el mundo entero! (Lc 1, 24ss).

…y resulta que desde que estaba pequeñito y hasta el día de hoy, al acostarme, he seguido repitiendo aquella misma oración que papá me enseñó, excepto que, desde que tuve mi encuentro personal con el Señor, y aprendí que "el Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?" (Sal 27, 1) y que "aunque camine por cañadas oscuras, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo" (Sal 23, 4), no he sentido la necesidad de continuar repitiéndome que no tenga miedo… por lo que mi oración dice ahora así:

Cuatro pilares tiene mi cama,
cuatro angelitos que me la guardan:
Juan, Lucas, Marcos y Mateo.
Duérmete Yonito lindo
y que tengas sueños muy lindos. Amén.

Bendiciones y paz.

Este cuento aparece publicado en la página 69 de mi libro "La Mariposa Azul y los Regalos de Dios – Historias y cuentos para sanar tu corazón". Disponible en Librería Cuesta y La Sirena.

Para comunicarse con el autor escribir a:
casadeluzjn812@gmail.com

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