domingo, 5 de abril de 2015

Reflexión de Hoy- Lunes 06-04-15 (Hay que resucitar).

Hay que resucitar Autor: P. Mariano de Blas. Fuente: es.catholic.net Cristo no quedó en la cruz, ni quedó en un sepulcro, al tercer día resucitó, v

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Hay que resucitar

Autor: P. Mariano de Blas.
Fuente: es.catholic.net

Cristo no quedó en la cruz, ni quedó en un sepulcro, al tercer día resucitó, venciendo a la muerte para siempre. Pero Él quisiera que los hombres, todos, por quienes dio su vida, vivieran eternamente como resucitados.

¿Qué significa morir?, ¿Qué significa resucitar? Hoy lo voy a explicar mediante una carta de una muchacha que resucito espiritualmente en uno de esos retiros o ejercicios espirituales que se suelen hacer durante la cuaresma.

Aquí la tenemos:

"Al salir de aquí, me voy con una profunda paz espiritual, cosa que realmente me hacia falta, creo que será inolvidable esta experiencia pues Dios me llegó en el preciso momento y he vuelto a creer en Él. Doy gracias a Dios porque es bueno y misericordioso, porque he aprendido en dos días, lo que no había podido aprender en 17 años de vida que tengo.

Espero no volver a ser la niña que era antes y creo haberlo logrado. Doy gracias al Señor porque me ha hecho ver que estaba en la basura, y me ha dado la mano y ayudado a levantar y volver a empezar a vivir.

Comenzaré una nueva vida, yo se qué me va a costar, me voy a tropezar con miles de obstáculos, me voy a enfrentar nuevamente a un ambiente horrible, pero lucharé por salir a flote. Me siento feliz de haber vuelto a creer, de estar al comienzo del buen camino nuevamente".

La otra carta comienza así: "Antes de ir a aquel retiro, mi vida era horrible, la estaba llevando en tal forma que era en verdad de dar tristeza. Era una niña con solo 16 años, y ya sin alegrías ni ilusiones, ya decepcionada de la vida.

Pero era obvio llegó el día en que me sentí asqueada de todo y empecé a sentir un vacío enorme. Algo me hacia falta. Pensé que ese vacío lo llenarían mis amigas, las fiestas, conocer niños nuevos. Acababa de terminar con mi novio. Y así lo hice: salía mucho, conocí miles de niños, pero yo, seguía igual. Antes los estudios me llenaban bastante, pero en esos momentos ni el estudio llenó aquel vacío tan horrible.

Era desesperante, nada me gustaba. Llego el día en que Dios me llegó directamente, porque decir que nunca me había buscado, sería una mentira. Me insistió y mucho, pero yo preferí vivir mi vida sin ÉL. Pero como decía, me habló, me hizo ver directamente que ahora tenía de nuevo los dos mismos caminos que antes ya había tenido: con Él o sin Él.

Obviamente esta vez lo escogí a Él. Fui a hablar con el padre que dirigía el retiro, y después de insistirle mucho, me dejó ir. Fue el día de mi cumpleaños, es por eso que yo digo que nací a los 17 años.

¡Que día!, increíble, volví a nacer, pero con la conciencia de que tenía mucho que hacer. Y así empezó mi cielo, que hasta ahora sigo viviendo y nadie ha podido convertirlo en un infierno.

Es algo maravilloso, porque desde que fui todo es diferente. Cristo me ha dado un ideal por el cual vivir. Antes estudiaba por un MB, ahora estudio por Él; antes me reía pero por tonterías, ahora porque sé que cuento con Él; antes era una niña responsable pero sólo ante mi misma, ahora lo soy ante Dios, ante los demás, ante Cristo.

Antes lloraba y ahora también lloro; antes por falta de Cristo y ahora por que lo adoro, es decir de felicidad. Claro, he tenido problemas, pero con Cristo todo lo he podido solucionar.

Ahora hasta los problemas los veo como una bendición, porque he aprendido a exigirme. No sé cómo explicarme, sólo me sale decir que es extraordinario: para mi Dios lo es todo, y si a mi me dijeran déjalo, preferiría morirme en ese momento, ya que sin El me perdería, no sabría que hacer, perdería a Cristo y mi felicidad. ¿Por quién lucharía entonces? ¿por mi? ¿para qué?

Esta es una de las lecciones más grandes que he recibido de alguien. Verdaderamente me estremecí por ser esta chica una adolescente, de la cual según los adultos creemos que no saben lo que quieren.

Resucitar espiritualmente es algo tan real como la alegría de vivir, de ser feliz como un niño. Es tener una razón para existir, para sufrir, para amar eternamente.

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