martes, 17 de febrero de 2015

Reflexión de Hoy- Miércoles 18-02-15 (¿Por qué Miércoles? ¿Por qué la ceniza?).

¿Por qué Miércoles? ¿Por qué la ceniza? La duración de la Cuaresma -el tiempo de preparación a la PASCUA, la fiesta de las fiestas- sufrió muchas var

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¿Por qué Miércoles? ¿Por qué la ceniza?

La duración de la Cuaresma -el tiempo de preparación a la PASCUA, la fiesta de las fiestas- sufrió muchas variaciones hasta quedar fijada en cuarenta días. Como se los contaba "desde" el Domingo de Pascua, los cuarenta días caían en domingo (ese domingo se llamaba precisamente domingo de "cuadragésima").

La Iglesia -antiguamente- acostumbraba reconciliar a los "penitentes públicos" el Jueves Santo. Por eso, seguramente, "alguien" pensó que ese día debían concluir las rigurosas penitencias que realizaban. Entonces, para que siguieran siendo "cuarenta días", el comienzo del ayuno se remitió al miércoles previo a ese primer domingo. En una palabra: cuarenta días previos al Jueves Santo caen en día Miércoles.

¿Y por qué la Ceniza? Porque con ella eran rociados los penitentes públicos como parte del rito de reconciliación. Al desaparecer la penitencia "pública", la Iglesia conservó ese rito penitencial. El Papa Urbano II, a fines del siglo XI, lo extendió a toda la cristiandad.

La ceniza es el símbolo "natural" (no inventado por el hombre), de "lo que fue" y "ya no existe", desde un papel, un carbón... hasta los restos del ser humano.

La ceniza es el "residuo", lo que queda después de que algo se destruye por el fuego. Este elemento natural, casi impalpable, que desaparece "al menor soplo", siempre tuvo para el hombre resonancias y evocaciones muy profundas.

En la Biblia se la utiliza como símbolo de lo efímero, de lo precario, de lo transitorio, de lo que pasa rápidamente (ver Job 13, 12). Por lo mismo adquiere un significado de dolor, llanto y sufrimiento y pasa a ser una "señal", un símbolo del reconocimiento del propio pecado y de la consiguiente voluntad de penitencia.

La ceniza que se emplea el Miércoles de Ceniza, se hace con los ramos bendecidos el año anterior el Domingo de Ramos. Antes de aplicársela en forma de cruz sobre la frente (también se puede esparcir un poquito de ceniza sobre los cabellos) se bendice con una fórmula que se refiere a nuestra condición pecadora y a la conversión; a la vez se pide la gracia necesaria para que los cristianos -mediante la práctica cuaresmal- nos preparemos con esmero a celebrar la PASCUA DE JESÚS.

El Sacerdote, al aplicarla, dice una de estas dos fórmulas. "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás" (Gn. 3, 19) o "Conviértete y cree en el Evangelio" (Mc. 1, 15). Las dos se complementan, mientras la primera nos recuerda "cómo se pasa la vida", la otra apunta a la actitud de conversión interior, a la vuelta de Cristo.

El simbolismo de la ceniza es denso, profundo, conmovedor.

Todo se convertirá en ceniza: mi casa, mi ropa, mi televisor, mi dinero, el perro que me acompaña, los hombres que he amado y aquellos que he temido. Lo que sobre la tierra me ha parecido grande y lo que me ha parecido pequeño... todo será ceniza.

Pero por encima de esta condición débil y caduca del hombre que nos provoca pensamientos de honda reflexión y humildad, por encima de nuestra condición pecadora y frágil que reclama arrepentimiento, penitencia y conversión interior, la Iglesia nos recuerda que la Cuaresma es el itinerario hacia la PASCUA.

Penetrándolo todo está la fuerza salvadora y sanadora de Cristo que "vino para que tengamos vida y la tengamos en abundancia", ya que "él no quiere la muerte del pecador sino que se arrepienta y viva", porque él "es la Resurrección y la Vida".

En cada "signo" de la Cuaresma debemos descubrir la voz amorosa de Jesús, exclamando: "No rechazaré a nadie que venga a Mí".

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