sábado, 25 de octubre de 2014

Reflexión de Hoy- Sábado 25-10-14 (¡Imposible conocerla y no amarla!)

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¡Imposible conocerla y no amarla!

Autor: Dra. Deyanira Flores
Fuente: Marióloga

Es imposible conocer a Jesús y no amarlo. Lo mismo puede decirse de la Madre de Dios, María Santísima. ¡Es imposible conocerla y no amarla!

Ella es nuestra Madre amantísima (LG 53). Su mismo Hijo Divino, Jesucristo, nos la dejó como herencia preciosa desde la Cruz (Jn.19, 25-27). Él nos encomendó a su cuidado como verdaderos hijos, y le pidió que ejerciera en favor nuestro todos los aspectos de la misión de una madre con el mismo amor, abnegación y entrega con que lo había hecho con Él.

María es nuestra Reina poderosa (LG 59), Madre del Rey del universo, que nos protege y defiende en todos nuestros peligros y tentaciones, y vela sin cesar para que en nuestro corazón reine sólo Cristo.

Ella es nuestra Maestra insigne, porque fue la primera y más perfecta discípula de Cristo, el Maestro (Pablo VI, Marialis Cultus 35; Juan Pablo II, Rosarium B.V.M. 14); porque nos enseña con el ejemplo límpido de su propia vida, y nos va educando con ternura, sabiduría y prudencia.

María es nuestra querida Hermana. Aquélla que hizo al Hijo de Dios Hermano nuestro, "el orgullo de nuestra raza" (Jdt.15, 9), la que ocupa "después de Cristo el lugar más alto y a la vez el más cercano a nosotros" (LG 54). Ella es una de nosotros, nos comprende y a la vez nos alienta a dar lo mejor de nosotros mismos en el servicio de Cristo, de la Iglesia y del prójimo.

María es nuestra mejor Amiga, la Madre del Amigo siempre fiel. Ella permanece a nuestro lado, comparte nuestras alegrías y dolores y nos revela los secretos del Corazón Sacratísimo de su Hijo (Jn.15, 15). Esta Madre Dolorosa nos ofreció la máxima prueba de amistad al aceptar por nuestra salvación la muerte en Cruz del que era su vida misma, su Hijo Jesús (Jn.15, 13; Jdt.13, 20).

Ella es nuestra Compañera inseparable en el camino de la vida, la Esposa del Espíritu Paráclito, que nos consuela, aconseja y protege. Su mano está siempre lista para señalarnos la vía, conducirnos a Cristo, sostenernos cuando estamos por caer y levantarnos si hemos caído.

María es nuestro Modelo perfecto de fe, esperanza y caridad; de humildad, sencillez y obediencia a la Voluntad de Dios; de todas las virtudes que un cristiano debe practicar (LG 65; Marialis Cultus 16-18; 21; 57). Ella nos muestra en su persona las maravillas que el Espíritu Santo desea realizar en cada uno de nosotros, si nos abrimos completamente a la acción de la gracia, y nos ayuda a dejarnos moldear por Él.

Profundicemos nuestro conocimiento sobre la Santísima Virgen María para establecer con Ella una relación cada vez más íntima y confiada con el fin de amarla cada día más y servirla cada vez mejor, plenamente seguros de que María siempre nos llevará a Jesucristo, nuestra única meta!

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